El llamado de Dios a la mujer

 



El llamado de Dios a la mujer


Introducción

En un mundo donde los valores se han vuelto relativos y los roles tradicionales de la mujer están en constante cuestionamiento, es necesario regresar a la fuente de verdad: la Palabra de Dios. La confusión actual no es nueva; ya el profeta Isaías advertía sobre la inversión de valores que hoy experimentamos. En medio de esta realidad, es vital que la mujer descubra y abrace el llamado que Dios le ha dado desde el principio de la creación. Este artículo explora ese llamado, basado en la Biblia y en la enseñanza del pastor John MacArthur, para que cada mujer pueda vivir con propósito, dignidad y gozo su identidad según el diseño divino.


Vivimos en una época de la historia donde hay mucha confusión en torno a los roles tradicionales de la mujer. Es una generación que tiene valores relativos, donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo, bueno.


Por esta razón, lo dicho por el profeta siglos atrás se vuelve una realidad hoy:
“¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y a la luz por tinieblas!” (Isaías 5:20).


Con la introducción del pecado a la humanidad, la mujer perdió el deleite de ser mujer. Todo inició cuando Adán y Eva no creyeron la verdad de Dios, sino que le creyeron a la serpiente. Ahora se nos hace muy confuso entender nuestro rol y diseño.


Por eso, debemos volver a la Biblia, donde encontramos el llamado y el plan de Dios al crear a la mujer. Debemos empezar donde Dios empieza: en el inicio, en Génesis. Y eso es lo que haremos.


“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza.” (Génesis 1:26a)


El hombre y la mujer fueron creados semejantes a Dios, es decir, que al observarlos mostraban muchos de Sus atributos, como la capacidad de disfrutar un amanecer, de poder hablar, de ser creativos, etc. Uno de los objetivos al crear al hombre y a la mujer era reflejar a Dios.


La mujer muestra de maneras únicas a Dios en su ternura, en los detalles, en la creatividad, en su capacidad para conectar relaciones, en su empatía ante el dolor ajeno y en el cuidado que brinda a su familia.


En Génesis 1:31, después de crear al hombre y a la mujer, Dios concluye que todo lo que había hecho era “bueno en gran manera”, hasta que en Génesis 2:18 dice:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda (Ezer) idónea o adecuada.”


¿Cuál es el llamado o papel de la mujer según Dios?

La Biblia no tiene un versículo que diga explícitamente “el llamado de la mujer es…”, pero sí contiene principios que establecen ese llamado. Cuando Dios crea a Eva y se la trae a Adán, le dice que es su ayuda idónea, porque ella tiene características, formas de ver el mundo y de reaccionar que los hombres no tienen.


En general, la mujer puede hacer casi todo lo que el hombre hace, excepto ejercer autoridad sobre él y enseñarle en el contexto de la iglesia.


La mujer, al ser ayuda idónea, refleja la obra misma del Espíritu Santo, quien es el ayudador por excelencia. Sus capacidades únicas y especiales le permiten ser un complemento adecuado para el hombre.


Entonces, la mujer tiene el alto llamado de ser ayuda idónea.


Kathy Keller, en su libro El Significado del Matrimonio, escribe:
“‘Ayuda idónea’ no traduce adecuadamente el término original hebreo ‘ezer’. ‘Ayuda’ connota mera asistencia en la realización de una tarea que podría hacerse sin ayuda. Pero ‘ezer’ se aplica casi siempre a Dios mismo en Su actividad. En otras ocasiones, se refiere a la ayuda que proviene de la fuerza de un ejército, y sin ella es muy probable que se perdiera la batalla. ‘Ayudar’ a alguien supone entonces compensar lo que le falte de fuerza. La mujer entraña esa ayuda tan particular y especial, ayuda idónea y fuerte.”


El mundo nos lleva a cuestionar la asignación de roles establecida por Dios para el hombre y la mujer, mostrando abiertamente insatisfacción con el diseño divino al considerar indignante e inferior ser la ayuda idónea de un hombre. Pero sabemos que no hay nada de inferior en ser ayuda idónea; somos iguales en valor, pero con diferentes responsabilidades.


Los géneros y las funciones no son arbitrarios; hay un propósito mayor en el diseño de Dios para la mujer, y ese propósito es la gloria de Dios. La mujer tiene el alto llamado de complementar al hombre y posee un enorme poder de influencia. Puede usar ese poder para inspirar o para destruir, tomando en cuenta que influenciar no es lo mismo que manipular.


Influir es confiar en el Señor para el resultado que Él quiera. Manipular es confiar en nuestro propio plan, arreglando las cosas para que sucedan como nosotros queremos, y es una distorsión pecaminosa del influenciar.


La mujer también cumple con su llamado de ayuda adecuada al entrenar a la siguiente generación de mujeres en los caminos del Señor. Y si es soltera, cumple su llamado siendo de ayuda y soporte con sus dones y talentos a los hombres que Dios ha puesto a su lado.


El pastor John Piper afirma:
“La feminidad bíblica es una disposición de corazón de afirmar y nutrir de fortaleza y fuerza el liderazgo de hombres de maneras apropiadas (no en pecado) y recibir ese liderazgo voluntariamente.” Se espera de nosotras que nutrándolos, enriquecamos el liderazgo de los hombres que Dios ha puesto a nuestro alrededor.


Quizás, al escuchar todo lo que se espera de nosotras como mujeres, nuestra primera reacción sea pensar que no podemos, que estamos cansadas o que el llamado es muy alto. Pero la buena noticia es que Dios nos ha dado el Espíritu Santo, quien nos capacitará y Su poder nos cubrirá en medio de nuestra debilidad.


Este mundo necesita mujeres que acepten con gozo su diseño original, que rechacen el feminismo en su forma más sutil, que se sacudan de su apatía y cumplan con este alto pero hermoso llamado ideado por Dios.


Conclusión

Aceptar el llamado de Dios a la mujer es aceptar un propósito sublime y una responsabilidad hermosa. No se trata de limitaciones ni de inferioridad, sino de un diseño perfecto que refleja la sabiduría y el amor de nuestro Creador. Aunque el mundo intente confundirnos y desanimarnos, podemos confiar en que el Espíritu Santo nos capacita para cumplir con este alto llamado. Que cada mujer pueda levantarse con gozo, firme en su identidad, y ser luz y fortaleza en su hogar, iglesia y sociedad, cumpliendo fielmente el propósito que Dios le ha encomendado.


Nota del autor:

  Este artículo es una reflexión basada en la introducción del libro El llamado sublime de Dios para la mujer, escrito por John MacArthur. Se ha resumido y adaptado el contenido para facilitar su comprensión y aplicación práctica.


¡Bendiciones!

DeDorantesLaura

AyudaPorDiseño

“Adornemos el evangelio, viviendo conforme a la sana doctrina. Tito 2:1-5”.

Entradas populares